REPUBLICA CHECA

Aunque su historia se remonta al s. IX, Praga rivaliza con París en cuanto a belleza, y, si se trata de cerveza, no hay país que produzca una mejor en toda Europa.

Desde la caída del comunismo en 1989 y la apertura de Europa central y del este, Praga ha evolucionado hasta convertirse en uno de los destinos turísticos más populares del continente.

La capital checa ofrece un núcleo medieval intacto donde el visitante retrocederá en el tiempo 500 años. Separando dos barrios históricos, el puente Carlos, del s. XIV, es uno de los monumentos más hermosos de Europa. Pero en Praga no todo se reduce a historia, pues también presume de un dinámico centro urbano con una rica oferta cultural.

Fuera de la capital abundan los castillos y los palacios (incluido el soberbio de Český Krumlov), que ilustran las historias de poderosas familias y personajes influyentes en toda Europa.

Poblaciones renacentistas bellamente conservadas que resistieron a los estragos del período comunista son hoy en día testigos del paso del tiempo, y sus característicos paisajes proporcionan un sensacional escenario para el disfrute de aquellos aventureros más inquietos.

Otra región poco conocida, cercana a Polonia, es Moravia; uno de los lugares más hermosos que descubrirás durante un viaje por la República Checa. Desde la sorprendente Ostrava hasta los pequeños pueblos remotos del interior, es una invitación permanente a disfrutar de bonitas sorpresas inesperadas, entre ellas, la producción de su delicioso vino.